La polémica se ha desatado en Europa a raíz del uso de chalecos de arena para mantener quietos en sus sillas a alumnos con déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Esta «peculiar» terapia ha generado un enorme debate y un aluvión de críticas. Algunos padres comparan el chaleco con las camisas de fuerza de los psiquiátricos. ¿Ayudan realmente estos chalecos a mejorar la concentración? ¿O por el contrario estigmatizan al alumno?
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Cada vez más escuelas en Alemania piden a los niños indisciplinados e hiperactivos llevar pesados chalecos rellenos de arena para mantenerlos quietos. El peso oscila entre los 1,3 y 6 kilogramos. El objetivo, según los docentes, es que permanezcan tranquilos y quietos en sus sillas. La indignación de numerosos padres y la reticencia de un amplio sector de especialistas no ha frenado la medida.

El controvertido chaleco de entre 1,3 y 6 kilos para mantener quietos en clase a niños con TDAH
La finalidad de estos chalecos cargados con arena es supuestamente tranquilizar a los niños hiperactivos.
En declaraciones al periódico alemán Der Tagesspiegel, la directora de la compañía fabricante de los chalecos, Beluga Healthcare, asegura que los efectos de la prenda son muy positivos. «La inquietud surge de la falta de conciencia corporal. A algunos niños les resulta difícil sentir su cuerpo y colocarlo de la forma adecuada en clase», señala Silke Turley.
Chalecos de arena para anclar a los niños con TDAH a sus sillas
La polémica sobre los controvertidos chalecos estalló a raíz de un reportaje del periódico alemán Hamburger Abendblatt. Las prendas son utilizadas por el profesorado en 200 escuelas alemanas para calmar a los niños «inquietos» en el aula. El torrente de críticas de médicos, fisioterapeutas, padres y asociaciones de alumnos ha sido continuo desde entonces.

Los chalecos de arena tienen un coste que oscila entre los 140 y 170 euros
El uso de chalecos para niños con TDAH, como «herramienta educativa», ha sido ampliamente criticado. Sin embargo, la directora de la empresa fabricante, ha alegado que esta polémica deja de lado el sufrimiento de los niños afectados. Por otro lado, insiste en que esta terapia hace que sus músculos y movimientos se relajen, permitiéndoles concentrarse mejor.
Los niños tienen que acceder voluntariamente a ponérselos y no pueden llevarlo más de una hora.
Michael Schulte-Markwort, director de la Clínica Universitaria Infantil y Juvenil de Eppendorf, en Hamburgo, en declaraciones al periódico Die Tageszeitung, se refirió a los chalecos como «éticamente cuestionables«.
Por otro lado, alertó del riesgo en que se pudieran emplear para todo tipo de problemas de aprendizaje. El doctor insistió en que los problemas de cada niño deben evaluarse y tratarse individualmente.
Numerosos padres han mostrado su indignación en redes. Un padre escribía en Facebook: “Sería mejor que evitáramos estos métodos de tortura. ¿Cómo puedes decirle a un niño, ‘Estás enfermo, y como castigo tienes que llevar este chaleco de arena que no sólo es una agonía física, sino que te hará parecer un idiota frente a toda la clase’? Creo que algunas personas han perdido la cabeza”.
¿Están preparados los colegios para afrontar el TDAH?
El primer chaleco de arena fue desarrollado por Beluga Healthcare hace 15 años. La demanda surgió de un terapeuta ocupacional, que trabajaba con un niño con síndrome de Down. Desde entonces, se ha vendido para diferentes finalidades. La directora de la compañía, habla incluso de su utilidad para adultos con estrés, cuyo descanso nocturno podría mejorar gracias a estas franjas con peso.
Un amplio sector de pediatras defiende que no existe base médica para suponer que estos chalecos aumentan la capacidad de concentración. Tampoco se han realizado estudios científicos a largo plazo sobre sus efectos. Lo que es importante distinguir es la necesidad real de moverse de cualquier niño y un trastorno de aprendizaje correctamente diagnosticado.
Una combinación de clases con una ratio de alumnos elevada, espacios reducidos y niños de corta edad, puede hacer que la alteración de los pequeños sea mayor. Se incide en el problema de la sobrecarga del profesorado, lo que en ocasiones puede dar lugar a un diagnóstico erróneo.
Lo cierto es que cada vez hay más niños con dificultades de concentración, pero eso no quiere decir que se deba al TDAH. Ya sea por la falta de ejercicio al aire libre o la gran cantidad de distracción digital, hay muchas razones por las cuales hoy en día a los pequeños les cuesta centrar su atención. Por este motivo, cada vez más especialistas apuntan a un sobrediagnóstico del TDAH.
Entre un 5 y un 7 % de los niños españoles sufren TDAH
Según los expertos, la cifra de niños diagnosticados con TDAH se ha disparado en España en la última década. Sin embargo, este aumento de la patología no sólo se debe a un mayor conocimiento del trastorno y las herramientas para su detección, sino también al «sobrediagnóstico«, tal y como apuntan los especialistas.
En ocasiones el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) en niños se confunde con el comportamiento de un niño que simplemente es «movido».
Algunos de los síntomas asociados al TDAH son:
- Dificultad de concentración
- Problemas para seguir instrucciones y órdenes
- Incapacidad de estar sentado más de diez minutos
- Muestras de impaciencia
- Escasa tolerancia a la frustración
Esta sintomatología no es suficiente, ya que es necesario que estas conductas sean repetitivas, intensas y que se manifiesten en varios ámbitos. Si un niño presenta estos síntomas en el colegio y en casa no, no tendrá TDAH.
Los especialistas insisten en que la autoridad de padres y profesores no es la misma que hace diez años. Tampoco la forma de poner límites a los niños en su educación. No todos saben gestionar el comportamiento de un niño movido o con escasa respuesta a la autoridad. Por otro lado, el TDAH podría ser muestra de otros problemas, como problemas en la propia familia del niño.
Se recomienda que ante la sospecha de un TDAH, se aborde la problemática de manera interdisciplinaria. Debe ser un psicólogo, un neurólogo o un neuropsiquiatra, el profesional que determine el diagnóstico. Será necesario tanto una serie de entrevistas con los padres, así como una serie de pruebas al niño.
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